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abril 15, 2024Ser un buen gerente implica ser un líder, no solo talentoso sino capaz de evitar malos hábitos. En algunos casos, los gerentes ni siquiera se dan cuenta de que están gravitando hacia estas faltas, hasta que comienzan a perder personal, productividad y poder.
La microgestión es un patrón de comportamiento directivo marcado por una supervisión y control excesivos del trabajo y los procesos de los empleados, así como una delegación limitada de tareas o decisiones al personal.
Los microgerentes generalmente evitan otorgar poder de toma de decisiones a sus empleados y suelen estar demasiado obsesionados con la recopilación de información.
No hay nada más desmotivador para un trabajador que un jefe microgestor que controle cada paso de sus tareas. ¿Eres así? Aquí te damos 3 pasos para que dejes atrás este terrible hábito
1.- Deja de revisar todo el tiempo
Puedes pensar que estás siendo útil al revisar con frecuencia un proyecto específico, pero es probable que tus empleados no piensen lo mismo.
En lugar de acudir a revisar, pídeles a tus empleados que acudan a ti. Una buena forma de establecer esto es programar reuniones periódicas para discutir el progreso de los proyectos actuales.
En estas reuniones, podrás evaluar y discutir hasta qué punto se han efectuado los procesos y pensar en equipo, las formas de hacer avanzar cada tarea. De esta manera, todos saben cuándo se espera una actualización y pueden planificar sus días en consecuencia.
2.- Confía en los expertos de tu equipo
Recuerda que tienes un equipo completo de profesionales en cada área. No esperes tener todas las respuestas correctas, ni intentes entrometerte en todas las decisiones. Es necesaria la autonomía.
Es importante que permitas que cada líder de área pueda manifestar sus ideas, los pros y contras y en conjunto puedan equilibrar y reconocer las mejores ideas para aplicarlas. No necesariamente esas ideas serán las tuyas.
Utiliza tus conocimientos para colocar a las personas adecuadas en los lugares correctos. Después de eso, la clave es la comunicación, para que cada uno sepa lo que se necesita, brindarles el apoyo y los recursos para cumplir con sus tareas y confiar en ellos para realizarla.
3.- Delega más de lo que te sientas cómodo
Como ejecutivo, tienes objetivos reales de metas que alcanzar y objetivos que cumplir. Pero cuando surge una tarea crítica, recurres al viejo dicho: “si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo“.
Sin embargo, también puedes darle una oportunidad a un novato en una tarea vital. Así podrás evaluar su aprendizaje y retroalimentación, sus habilidades para resolver en tu ausencia y dejaras de ser el microgerente que “quiere resolver todo”.
Los líderes empresariales con talento para la delegación, pueden generar un mayor crecimiento y éxito que aquellos que se sumergen en los detalles de la gestión.
Confía en que tu equipo te avisará cuando necesite ayuda creando una cultura de comunicación asertiva, capacítalos para que puedan asumir con control y productividad, y además esto te ayudará a disminuir el estrés que conlleva querer hacer todo.