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julio 21, 2017Nueva York es conocida como la ciudad que nunca duerme. Los ruidos de las bocinas, las sirenas, las obras en construcción, el zumbido de los aviones y restaurantes forman parte del paisaje en la denominada «Capital del mundo».
Sin embargo, un venezolano está planteando cambiar este panorama. Su nombre: Juan Bello.
Este profesor de tecnología musical de la Universidad de Nueva York (NYU) está llevando a cabo un proyecto para reducir los niveles de contaminación sonora en la gran manzana. Para ello, comenzará por elaborar un registro de todo el abanico de sonidos de la ciudad y sus 8,5 millones de habitantes, para luego realizar un análisis con el objetivo de minimizarlos.
El proyecto se llevará a cabo mediante el aprendizaje automático de máquinas una de las áreas de investigación de la inteligencia artificial- y la participación de los neoyorquinos, quienes contribuirán con la investigación de forma conjunta con la alcaldía de la ciudad.
Los miles de sonidos serán entonces colocados en un inventario y cuidadosamente registrados con la ayuda de los habitantes para permitir a los computadores identificar inmediatamente la fuente de un problema sonoro.
Las primeras máquinas que capturan sonidos, que transmiten sus datos a servidores por wifi, fueron probadas en el barrio de Greenwich Village, y colocadas en edificios de la NYU de la cual dependen los 15 investigadores de este proyecto bautizado «Sounds of New York City» («Sonidos de Nueva York»).
Los investigadores están instalando captores en otros barrios de Manhattan y Brooklyn, elegidos por su variedad de sonidos, y se espera que deberían llegar a 100 a fin de año, explica Bello.
Este investigador venezolano asevera que el 911 «es el ruido que cada año, invariablemente, llega en primer lugar».
Hoy, en caso de queja por ruido, «se precisan entre cinco y seis días» para que uno de los 50 inspectores especializados de la ciudad intervenga, afirma Bello. Un plazo tras el cual en general el problema ha desaparecido.
Si se trata de una queja de ruido de un vecino, la tarea corresponde a la policía, y el ruido «no es su primera prioridad», añade.
Sin embargo «numerosos estudios muestran el tremendo impacto del ruido sobre la salud, a corto y a largo plazo», en «enfermedades cardiacas, hipertensión, pérdida auditiva» pero también en los resultados escolares, todo «a un costo económico sustancial».
Estos son los principios que motivaron a la investigación que adelanta este venezolano junto al equipo de investigadores, cuyo costo será de 4,6 millones de dólares y tendrá una duración de cinco años, mientras el financiamiento correrá a cargo de la Fundación Nacional para la Ciencia.
Al finalizar el proyecto, los investigadores esperan mejorar los captores, programados para no grabar nunca más de 10 segundos consecutivos, para evitar interceptar conversaciones inteligibles que puedan plantear problemas de confidencialidad.
Además, esperan resolver otros rompecabezas tecnológicos, por ejemplo cómo «modelizar los bocinazos», que para Bello es «más difícil de controlar, por lo que debemos ser más creativos», reconoce.
¿Qué opinas sobre el proyecto que adelanta este investigador venezolano? No olvides compartir tus impresiones con nosotros en nuestra sección de comentarios.
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Redacción Optima 2017
Fuente: La Nación.